¿Cuál es la secuencia de trabajo con un asesor relacional?

por, Dr. C.J. Correa Bernier

En el artículo anterior introduje la asesoría relacional como una opción válida a los servicios de terapias psicoterapéuticas tradicionales. En dicha columna, mencioné algunos de los beneficios que considero deberían ser mantenidos en mente al momento de considerar la dirección en la que desea moverse para atender los problemas relacionales que pudiera estar enfrentando. Hoy, les comparto una descripción somera de lo que considero ser el perfil de un proceso de asesoría relacional efectivo.

Primero que nada, cuando hablamos de un asesor relacional nos estamos refiriendo a un profesional que cuenta con una formación académica validada y quien está preparado para implementar intervenciones apropiadas enfocadas en los procesos de formación, establecimiento y mantenimiento de una relación significativa, independientemente de la naturaleza de la relación: familiar, social, romántica o laboral. 

Aunque cualquier terapeuta con el entrenamiento correcto podría ejercer las labores de un asesor relacional, no todos los asesores relacionales cuentan con la preparación académica y entrenamiento clínico adecuado para ejecutar las labores de un psicoterapeuta o un terapeuta de familias o parejas. Por lo tanto, establezcamos lo siguiente: un asesor relacional debidamente capacitado deberá contar con una preparación académica vasta y años de práctica supervisada en las áreas de intervenciones en situaciones de "crisis"; trabajo con familias, individuos, parejas u organizaciones, como en las áreas de discernimiento, desacoplamiento y mediación. Además, un asesor relacional competente deberá contar con la capacidad ética de aceptar cuando la situación de un cliente trasciende sus habilidades, educación o experiencia, lo que imposibilita que continue trabajando con ciertos clientes en ciertas situaciones o condiciones relacionales. Un consultor relacional efectivo cuenta con un banco amplio de posibles referidos, a los que puede enviar a sus clientes cuando un referido es la mejor opción de trabajo.  

Un proceso de asesoría relacional profesional y efectivo incluye cuatro áreas fundamentales:

1) Evaluación inicial:  En mi caso, en esta fase del proceso prefiero utilizar el instrumento de evaluaciones psico-sociales con el propósito de adquirir la información más amplia y panorámica posible. El interés es entender la situación relacional en que la persona está involucrada. Usualmente, buscó involucrar, de ser así posible, efectivo y apropiado, a otras personas que son miembros del círculo personal, social y familiar más inmediato del cliente. El hablar con parejas, miembros de la familia de origen o extendida, amistades significativas tiende a ser una parte esencial del proceso de desarrollo del plan de trabajo. Por cuanto considero que la información es poder, el tiempo dedicado a la fase evaluativa inicial provee al asesor relacional con un punto de referencia en el que puede ubicarse para así contar con una mejor comprensión de las razones por las que el o la cliente decidieron buscar ayuda profesional fuera de las ofertas de la terapia tradicional. 

2) Intercambios de ideas: En la asesoría relacional las interacciones honestas entre el cliente y el asesor nutren el proceso de asesoría. Después de tomar en consideración la información acumulada durante el proceso evaluativo, nos movemos en dirección de las necesidades relacionales más urgentes. El cliente y el asesor relacional trabajan para juntos construir la mejor estrategia posible que sea fiel a la situación o situaciones relacionales que están afectando la calidad de vida del o la cliente.   

3) Presentación hipotética: Una vez concluye la fase de análisis de información, el asesor relacional tendera a presentar su hipótesis y propuesta de trabajo. En la hipótesis el profesional desglosará su comprensión del ciclo de desarrollo y mantenimiento del problema. La intención es enumerar, resaltar los problemas más sobresalientes de la relación en la que el o la cliente está enfrentando dificultades. Es durante esta fase del proceso que se establece de una manera más concreta el plan de trabajo. De igual manera, se busca establecer y acordar el término de tiempo que será dedicado a la asesoría.   

Es posible, y muy común, que el/la cliente esté al tanto de las áreas relacionales que necesitan atención urgente. Igualmente, posible es que la propuesta de trabajo sorprenda al cliente, quien pudiera reportar no haber notado o identificado las deficiencias relacionales mencionadas como parte de la propuesta profesional de asesoría. 

A diferencia de las intervenciones de la terapia tradicional, la asesoría relacional se mantiene anclada en el aquí y ahora y enfocada en la solución de los problemas relacionales según han sido reportados por el cliente. Por lo tanto, las intervenciones tienden a ser de corta duración, a menos que el/la cliente desee continuar trabajando en otras áreas relacionales de su vida y qu el asesor entienda la continuidad del trabajo como una posibilidad ética, prudente y efectiva.  

¿Qué sucede si después del trabajo de asesoría el cliente prefiriera continuar con un trabajo terapéutico con la misma persona que ofreció los servicios de asesoría relacional?  

Todo dependerá de la preparación y entrenamiento del asesor relacional como del estado de su cliente. Como ya hemos mencionado, muchos asesores relacionales cuentan con las credenciales necesarias para continuar el trabajo, pero desde una perspectiva psicoterapéutico. De ser así solo restaría que el asesor y el cliente se pongan de acuerdo en el proceso de transición de una modalidad a otra. No obstante, si el asesor relacional no contara con las credenciales y el entrenamiento clínico necesario, lo más ético y apropiado seria referir al cliente a un profesional de la salud mental que cuente con las credenciales y entrenamiento necesario para continuar con el trabajo clínico.   

El enfoque de la asesoría relacional no es hacer terapia psicoterapéutica, sino ayudar al cliente a identificar y trabajar en los estresores relacionales que pudieran estar afectando su calidad de vida. Una vez la crisis o el trauma relacional han sido normalizados, las personas podrán regresar a sus vidas cotidianas y decidir por sí mismas si necesitan o no buscar otros servicios psicoterapéuticos que él o ella pudiera necesitar. CB

Acerca del autor: Dr. C.J. Correa Bernier

El Dr. Correa Bernier se ha desempeñado como profesor universitario en las áreas de terapia familiar, terapia de parejas y psicología de la religión y teología. Es además el presidente y director ejecutivo de Conversemos, LLC, organización que fundó en julio 1995. Entre sus logros académicos, Correa Bernier cuenta con una maestría en consejería psicológica, una maestría en terapia familiar y de pareja, un doctorado en terapia familiar con especialización en comportamientos violentos y la psicología masculina, y un doctorado en psicología de la religión. En su trayectoria clínica, Correa Bernier ha trabajado como director de servicios terapéuticos para familias y parejas y ha acumulado más de 30 años trabajando en el campo de la teoría sistémica. Actualmente se dedica al trabajo de la asesoría relacional y la consultoría sistémica. 

Entre sus investigaciones y publicaciones se encuentran: Dios también usa a los pobres, (2020); Hombres escurridizos: ¿Por qué huyen los hombres de las relaciones significativas? (2019), y Toward a Latin American Psychology of Religion: Evolution, Tendencies and Perspectives, (2016). 

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