¿Cuándo la asesoría relacional hace sentido?

Por, Dr. C.J. Correa Bernier

¿Qué pensaría si le comentara que la única parte de la experiencia humana que usualmente NO recibe los beneficios de los servicios recurrentes de un asesor externo especializado son nuestras relaciones?

Considérelo por un momento. Actualmente, contamos con especialistas para casi todo con lo que interactuamos en nuestro diario vivir. Desde nuestros automóviles hasta la plomería de nuestras residencias, cuentan con la disposición de los servicios de personas especializadas. Nos asesoramos en todo lo que está relacionado con nuestros planes de jubilación y retiro, salud física, espiritualidad, crianza y educación de los hijos, el cabello, las manos y pies, entre muchas otras. En cada una de estas áreas de nuestro cuidado personal y actividades cotidianas, contamos con la disponibilidad de los servicios especializados de un asesor en quien confiamos y a quien valoramos. ¿Y nuestras relaciones? Rara vez consideramos contratar los servicios de alguien que nos pueda ayudar a atender y a entender una de las áreas más fundamentales de nuestra experiencia humana.

En la mayor parte de las ocasiones, consideramos comenzar a prestar atención al estado de nuestras relaciones después que sentimos que la situación nos asfixia, que es cuando, en desesperación, tendemos a buscar algún tipo de tutoría que nos ayude a sentirnos más cerca de las personas con las que nos relacionamos diariamente. Igualmente, común es buscar la ayuda de un terapeuta bien recomendado quien esperamos cuente con la capacidad de “hacer un milagro”, o quien, por lo menos, sea capaz de decirnos que es lo que se supone hagamos.

En general, lo más común es comencemos a consultar con nuestras amistades y familiares quienes, en la mayor parte de los casos, proyectan en nosotros los asuntos inconclusos de sus experiencias relacionales.

Propongo que todo se debe al hecho que sentimos ser los únicos expertos en el mundo de nuestras relaciones, muy especialmente después que hemos pasado décadas aprendiendo y practicando ciertas habilidades relacionales con nuestros padres, hermanos, tíos y abuelos. El hecho de que sepamos como pedir disculpas, ser socialmente educados y saber cómo expresar (de manera limitada o no), lo que estamos sintiendo nos lleva a concluir que ya sabemos todo lo necesario para poder seguir avanzando en el mundo de las relaciones.  

Las relaciones significativas tienden a funcionar como los cimientos que sostienen nuestra estabilidad y éxitos personales, sociales y emocionales. En estas, también están incluidas las personas con las que compartimos la mayor parte de nuestro tiempo, energías y recursos, las personas en quienes confiamos, en quienes nos apoyamos, con quienes reímos, lloramos y criamos hijos. Las personas con quienes estudiamos, divertimos y junto a quienes nos ganamos “el pan nuestro de cada día” también son parte del universo relacional en el que gravitamos.   

Pero, por alguna razón, y a pesar de la importancia que tienen nuestras relaciones, solo notamos su importancia cuando concluimos que no podemos ignorar tan tensión y silencios que terminan afectando nuestra calidad de vida. Cuando esto sucede, tendemos a considerar la salida o el abandono de la relación a menos, que no busquemos, de manera desesperada, algo o alguien que nos ayude a desahogarnos mientras intentamos salvar la relación.

Pero no tiene por qué ser así. Toda relación (independientemente de su naturaleza) podría beneficiarse de una intervención temprana con un asesor relacional.

A diferencia de la terapia tradicional, la asesoría relacional ofrece una serie de beneficios de los que, a continuación, menciono algunos:  

Podría mantenerle fuera de un proceso terapéutico prolongado: No todos los problemas relacionales necesitan ser atendidos en un contexto psicoterapéutico. La consultoría relacional podría ayudarle a identificar y a detectar con anticipación los problemas de comunicación y conflictos de más relevancia, lo que permitirá que se hagan las intervenciones necesarias a tiempo y así evitar procesos psicoterapéuticos a largo plazo.

Podría ofrecerle ayuda específica y enfocada: Sí, todas nuestras relaciones necesitan, de vez en cuando, algún tipo de ayuda y actualización. En ocasiones la necesidad está en el área erótica, en otras podría estar ubicada en la manera como nos relacionamos con nuestros padres o familiares, mientras en otras podríamos necesitar ayuda en la manera como nos relacionamos con el dinero, la comida o el trabajo.  

Un consultor relacional competente podría ayudarle a identificar las necesidades presentes en la gama de relaciones en las que está involucrado: Como no todas las relaciones son iguales, es muy posible que necesite ayuda de asesoría en cada una de ellas o solo en una, lo importante es que hagamos lo que nos corresponde hacer para de esa manera, lograr navegar con éxito a través de los retos que nuestras relaciones diarias sea estas familiares, románticas, sociales, emocionales, espirituales o laborales.

Podría ayudarle a evitar que una mala situación relacional empeore: Tal vez la relación afectada esté demasiado deteriorada como para salvarla. En tal caso, un asesor relacional competente podría ayudarle a identificar los puntos más apremiantes de su relación y cómo abordarlos, de tal manera que el costo emocional de la ruptura pueda ser reducido.

Independientemente de la gravedad y naturaleza del problema relacional que pueda estar enfrentando, la asesoría relacional debería ser una de las primeras intervenciones a considerar. La asesoría relacional es un método rápido, rentable y efectivo que podría ayudarle a obtener el apoyo personalizado y especializado que usted podría estar necesitando.

El Dr. Correa Bernier es profesor universitario en las áreas de terapia familiar, terapia de parejas, psicología de la religión y psicología masculina. Además, es presidente de Conversemos, LLC, organización que fundó en julio del 1995. En su trayectoria académica, el Dr. Correa Bernier ha acumulado una maestría en consejería psicológica, una maestría en terapia familiar y de pareja, un doctorado en terapia familiar con especialidad en la psicología masculina y los comportamientos violentos, y un doctorado en el campo de la psicología de la religión. En el campo clínico, Correa Bernier ha trabajado como terapeuta familiar y de parejas por más de 30 años. Sus investigaciones se han centrado en las áreas de la familia de origen y el desarrollo relacional de los hombres, la espiritualidad y los comportamientos violentos. Entre sus últimas publicaciones se incluyen: Dios también usa a los pobres, (2020); Hombres escurridizos: ¿Por qué huyen los hombres de las relaciones significativas? (2019), y Toward a Latin American Psychology of Religion: Evolution, Tendencies and Perspectives, (2016). El Dr. Correa Bernier mantiene su práctica privada de asesoría relacional en el estado de California, EE.UU.

¿Qué diría si le comentara que, la mayor parte del tiempo, la única parte de la vida de alguien que NO recibe ayuda de un consultor especializado son sus relaciones?

Piénselo por un momento. Contamos con la ayuda de especialistas para casi todo con lo que interactuamos en nuestro diario vivir, desde nuestros automóviles hasta la plomería de nuestras residencias. Nos asesoramos en todo lo relacionado a nuestras cuentas de jubilación, salud física, espiritualidad, crianza y educación de los hijos, nuestro cabello, manos, pies, entre otras. Todas estas áreas de nuestro cuidado personal, diario vivir y actividades cotidianas son beneficiados, de una manera u otra, de los servicios diarios de un algún tipo de consultor especializado en quien confiamos y valoramos. ¿Y nuestras relaciones? Rara vez se ven beneficiadas por el mismo tipo de trato y dedicación.

En la mayor parte de las ocasiones comenzamos a prestar atención al estado de nuestras relaciones después que hemos la necesidad de buscar ayuda. Es entonces cuando, en desesperación, buscamos algún tipo de tutoría espiritual con la esperanza de lograr sentirnos más cerca de las personas con las que nos relacionamos, o salimos en busca de un terapeuta quien esperamos sea capaz de hacer un milagro o quien por lo menos nos diga que hacer.

En general, lo más común es comenzar a consultar a nuestras amistades y familiares quienes, en la mayoría de los casos, proyectan en sus conversaciones los resultados de sus propias experiencias pues, sin nosotros saberlo, están enfrentando situaciones similares o peores a la nuestra.

¿Por qué nos hacemos eso a nosotros mismos? Considero que todo se debe a las dinámicas de nuestras relaciones diarias y a la impresión de ser expertos en el mundo de las relaciones, muy especialmente después de haber pasado anos aprendiendo habilidades que nos ensenan a como discutir de manera justa, pedir disculpas, expresar necesidades y a tratar de compartir nuestro tiempo de manera equitativa entre nuestras relaciones, matrimonios y responsabilidades laborales.  

Las relaciones significativas, sean estas familiares, románticas, sociales o laborales tienden a ser las bases de nuestra estabilidad y éxitos a lo largo de nuestra vida. En ellas están incluidas las personas con las que compartimos nuestro tiempo, energías y recursos, y son los individuos en quienes confiamos, en quienes nos apoyamos, con quienes reímos, lloramos y criamos hijos. Entre ellas también están aquellas personas con quienes estudiamos, nos divertimos y junto a quienes nos ganamos “el pan nuestro de cada día”. Estas son las relaciones que forman nuestro universo interdependiente.  

Pero, por alguna razón y a pesar de la importancia que nuestras relaciones tienen en nuestra vida, tendemos a notar su importancia cuando los problemas y tensiones relacionales han llegado a ser tan grandes que ya no podemos ignorarlos o cuando los silencios se han tornado tan crónicos como para no prestarle atención. Cuando llegamos a este estado relacional usualmente huimos de la situación y abandonamos la relación o salimos en la búsqueda desesperada de algo o alguien que nos ayude creyendo que unas cuantas sesiones de desahogo emocional nos ayudara a reparar la brecha y a salvar la relación original.

Pero no tiene por qué ser así. Toda relación (independientemente de su naturaleza) podría beneficiarse de una intervención temprana por un consultor relacional.

A diferencia de la terapia tradicional, la consultoría relacional ofrece una serie de beneficios de los que, a continuación, menciono algunos:  

Podría mantenerle fuera de un proceso terapéutico prolongado: No todos los problemas relacionales necesitan ser atendidos en un contexto psicoterapéutico. La consultoría relacional podría ayudarle a identificar y a detectar con anticipación los problemas comunicacionales y de conflictos relacionales de más relevancia, lo que permitirá que se hagan las intervenciones necesarias a tiempo y así evitar tener que ser parte de un proceso psicoterapéutico a largo plazo.

Podría ofrecerle un tipo de ayuda que es específica y enfocada: Sí, todas nuestras relaciones necesitan, de vez en cuando, algún tipo de ayuda y actualización. En ocasiones la necesidad está en el área erótica, en otras podría estar ubicada en la manera como nos relacionamos con nuestros padres o familiares, mientras en otra podríamos necesitar ayuda en la manera como nos relacionamos con el dinero, la comida o el trabajo.  

Un consultor relacional competente podría ayudarle a identificar las diferentes necesidades en la gama de todas sus relaciones. Como no todas las relaciones son iguales, es muy posible que necesite ayuda de asesoría en cada una de ellas o solo en una, lo importante es que hagamos lo que relacionalmente nos corresponde hacer para, de esa manera, lograr navegar con éxito a través de los retos que nuestras relaciones nos presentan diariamente.

Podría ayudarle a evitar que una mala situación relacional empeore: Tal vez la relación afectada esté demasiado deteriorada como para salvarla. En tal caso, un consultor relacional efectivo podría ayudarle a identificar los puntos más apremiantes de su relación y cómo abordarlos de tal manera que el costo emocional de una ruptura pueda ser reducido.

Independientemente de cuan pequeño o grande sea el problema que pueda estar enfrentando en sus relaciones, la consultoría relacional debería ser uno de las primeras intervenciones que debería considerar pues es uno de los métodos más rápidos y rentables para obtener el apoyo personalizado y especializado que necesita.  

Acerca del autor: Dr. C.J. Correa Bernier

El Dr. Correa Bernier se ha desempeñado como profesor universitario en las áreas de terapia familiar, terapia de parejas y psicología de la religión y teología. Es además el presidente y director ejecutivo de Conversemos, LLC, organización que fundó en julio 1995. Entre sus logros académicos, Correa Bernier cuenta con una maestría en consejería psicológica, una maestría en terapia familiar y de pareja, un doctorado en terapia familiar con especialización en comportamientos violentos y la psicología masculina, y un doctorado en psicología de la religión. En su trayectoria clínica, Correa Bernier ha trabajado como director de servicios terapéuticos para familias y parejas y ha acumulado más de 30 años trabajando en el campo de la teoría sistémica. Actualmente se dedica al trabajo de la asesoría relacional y la consultoría sistémica. 

Entre sus investigaciones y publicaciones se encuentran: Dios también usa a los pobres, (2020); Hombres escurridizos: ¿Por qué huyen los hombres de las relaciones significativas? (2019), y Toward a Latin American Psychology of Religion: Evolution, Tendencies and Perspectives, (2016).

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¿Cuál es la secuencia de trabajo con un asesor relacional?